¿Dónde estarán los siglos, dónde el sueño
de espadas que los tártaros soñaron,
dónde los fuertes muros que allanaron,
dónde el Árbol de Adán y el otro Leño?
El presente está solo. La memoria
erige el tiempo. Sucesión y engaño
es la rutina del reloj. El año
no es menos vano que la vana historia.
Entre el alba y la noche hay un abismo
de agonías, de luces, de cuidados;
el rostro que se mira en los gastados
espejos de la noche no es el mismo.
El hoy fugaz es tenue y es eterno;
otro Cielo no esperes, ni otro Infierno.
De: el otro, el mismo (1964)
Blog dedicado a la poesía que desnuda el alma humana fijando la mirada en el mundo. Como Rafael Alberti nos dice: "No es más hondo el poeta en su oscuro subsuelo encerrado. Su canto asciende a más profundo cuando, abierto en el aire, ya es de todos los hombres."
viernes, 26 de julio de 2013
viernes, 19 de julio de 2013
Cerré mi puerta al mundo (Emilio Prados)
Cerré mi puerta al
mundo;
se me perdió la carne por el sueño...
Me quedé, interno, mágico, invisible,
desnudo como un ciego.
Lleno hasta el mismo borde de los ojos,
me iluminé por dentro.
Trémulo, transparente,
me quedé sobre el viento,
igual que un vaso limpio
de agua pura,
como un ángel de vidrio
en un espejo.
Cuerpo perseguido (1927-1928).
se me perdió la carne por el sueño...
Me quedé, interno, mágico, invisible,
desnudo como un ciego.
Lleno hasta el mismo borde de los ojos,
me iluminé por dentro.
Trémulo, transparente,
me quedé sobre el viento,
igual que un vaso limpio
de agua pura,
como un ángel de vidrio
en un espejo.
Cuerpo perseguido (1927-1928).
jueves, 11 de julio de 2013
Cuéntame cómo vives, cómo vas muriendo (Gabriel Celaya)
Cuéntame cómo vives;
dime sencillamente cómo pasan tus días,
tus lentísimos odios, tus pólvoras alegres
y las confusas olas que te llevan perdido
en la cambiante espuma de un blancor imprevisto.
Cuéntame cómo vives;
ven a mí, cara a cara;
dime tus mentiras (las mías son peores),
tus resentimientos (yo también los padezco),
y ese estúpido orgullo (puedo comprenderte).
Cuéntame cómo mueres;
nada tuyo es secreto:
la náusea del vacío (o el placer, es lo mismo);
la locura imprevista de algún instante vivo;
la esperanza que ahonda tercamente el vacío.
Cuéntame cómo mueres;
cómo renuncias -sabio-,
cómo -frívolo- brillas de puro fugitivo,
cómo acabas en nada
y me enseñas, es claro, a quedarme tranquilo.
De "Tranquilamente hablando, 1945
dime sencillamente cómo pasan tus días,
tus lentísimos odios, tus pólvoras alegres
y las confusas olas que te llevan perdido
en la cambiante espuma de un blancor imprevisto.
Cuéntame cómo vives;
ven a mí, cara a cara;
dime tus mentiras (las mías son peores),
tus resentimientos (yo también los padezco),
y ese estúpido orgullo (puedo comprenderte).
Cuéntame cómo mueres;
nada tuyo es secreto:
la náusea del vacío (o el placer, es lo mismo);
la locura imprevista de algún instante vivo;
la esperanza que ahonda tercamente el vacío.
Cuéntame cómo mueres;
cómo renuncias -sabio-,
cómo -frívolo- brillas de puro fugitivo,
cómo acabas en nada
y me enseñas, es claro, a quedarme tranquilo.
De "Tranquilamente hablando, 1945
jueves, 4 de julio de 2013
José Hierro
Los caminos no van
a ningún fin, que todos
acaban en nosotros.
La llama del crepúsculo
nos funde en uno sólo.
Hermoso es caminar,
soñar, cantar. Hermoso
ser una gran ternura
con un corazón próximo,
(con un dolor remoto).
La tarde se desnuda,
muestra sus hondos oros.
Encanta cada forma
con su vino glorioso.
Ya no hay nada: - pasado,
futuro, sombras, gozos -,
por fuera de nosotros.
La tarde desempolva
su cálido tesoro.
Sus pámpanos de fuego
zuman en nuestros ojos.
La tarde es nuestra. El mundo
se hizo para nosotros.
Somos su centro vivo
y gira el tiempo en torno.
Pasa y no puede herir
con su dolor remoto
nuestro corazón próximo.
Los caminos no van
a ningún fin, que todos
acaban en nosotros.
Con las piedras con el viento (1950)
a ningún fin, que todos
acaban en nosotros.
La llama del crepúsculo
nos funde en uno sólo.
Hermoso es caminar,
soñar, cantar. Hermoso
ser una gran ternura
con un corazón próximo,
(con un dolor remoto).
La tarde se desnuda,
muestra sus hondos oros.
Encanta cada forma
con su vino glorioso.
Ya no hay nada: - pasado,
futuro, sombras, gozos -,
por fuera de nosotros.
La tarde desempolva
su cálido tesoro.
Sus pámpanos de fuego
zuman en nuestros ojos.
La tarde es nuestra. El mundo
se hizo para nosotros.
Somos su centro vivo
y gira el tiempo en torno.
Pasa y no puede herir
con su dolor remoto
nuestro corazón próximo.
Los caminos no van
a ningún fin, que todos
acaban en nosotros.
Con las piedras con el viento (1950)
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