Agotado el paisaje,
consumida la mirada,
la ventana es inútil.
¿Hay algo nuevo bajo el sol?
Sólo te queda abrir las ventanas
en los muros que ocultan tus enigmas
y mirar a lo oscuro.
Sólo te queda abrir otros sentidos
más diestros, afinados, si a tu edad es posible.
Andas por el pasillo a oscuras,
por las habitaciones en penumbra;
te tiendes en la cama en las tinieblas,
y azuzas a las sombras tu esforzada memoria.
Se abre una grieta
por donde entra una luz confusa,
y hueles, casi en lágrimas, el recuerdo
de un olor conocido y exultante.
Como el tigre enjaulado
que olfatea en la noche, tras la lluvia copiosa,
el olor de la jungla.
Inclinándome, 2012