jueves, 30 de julio de 2015

Anclaje (Lorenzo Oliván)

Si trabajamos sólo con el aire,
si en nuestro arte pesan por encima de todo los silencios,
si dibujamos sombras
que no son la exclusiva proyección de nosotros,
pues son de cualquier hombre y no nos pertenecen,

tendremos que llegar al hueso de las cosas,
al eje de las cosas,
al nudo de las cosas,
como un anclaje férreo
en el mundo, y el ser, y el ser del mundo,

para que lo sutil y lo huidizo de la poesía
no nos arrastre
a la inexistencia,
vueltos fantasmas de nosotros mismos.


Nocturno casi (2014)

jueves, 23 de julio de 2015

La Marea (Lorenzo Oliván)

Cuántas veces habremos intuido
que la marea nos llamaba adentro,
nos reclamaba adentro,
nos arañaba 
adentro.
Cuántas veces entonces
habremos emprendido
el camino de vuelta.
dejando atrás la orilla,
enredando los pasos,
confundiéndolos,
presintiendo que andábamos
descalzos ya de nuestros propios pies.

Nocturno casi  (2014)


jueves, 16 de julio de 2015

Como tú... (León Felipe)


Así es mi vida,
piedra,
como tú. Como tú,
piedra pequeña;
como tú,
piedra ligera;
como tú,
canto que ruedas
por las calzadas
y por las veredas;
como tú,
guijarro humilde de las carreteras;
como tú,
que en días de tormenta
te hundes
en el cieno de la tierra
y luego
centelleas
bajo los cascos
y bajo las ruedas;
como tú, que no has servido
para ser ni piedra
de una lonja,
ni piedra de una audiencia,
ni piedra de un palacio,
ni piedra de una iglesia;
como tú,
piedra aventurera;
como tú,
que tal vez estás hecha
sólo para una honda,
piedra pequeña
y
ligera...

Como tú (1962)

jueves, 9 de julio de 2015

"El oscuro sentido de las cosas" (Vicente Gallego)



Hace tiempo que vives
más allá de las cosas, más allá
de esta plaza con sol y con palomas
y peatones grises, arriesgando
la belleza modesta que te ofrecen
por el tesoro oculto que imaginas.
Al igual que un espía, hace tiempo
que has forzado tus ojos mercenarios,
escrutándolo todo atentamente.
¿Qué imaginas detrás de cada cosa,
qué esperas de sus formas
familiares y simples, qué secretos,
qué verdades supones que te ocultan,
qué asombrosa emoción, y qué oscuro sentido
sueñas que les regalen a tus palabras huecas?
Nada oculta esta plaza
con sol, y con palomas, y peatones grises,
¿pero es que no son nada estas palomas,
y este sol, y estas gentes que se alejan?
Y te dices que sí,
que todo esto
es la vida que arriesgas, y que pierdes,
intentando indagar lo que te oculta,
y que estos peatones
a los que has despreciado alguna vez,
son hoy tus superiores, pues no piden
de ti limosna alguna, ni precisan
fatigarse los ojos, ni buscar
luminosas palabras que enaltezcan sus días,
son aquellos que aceptan su destino,
y que saben gozarlo, y que lo sufren
-ajenos a un mendigo vanidoso-
con el silencio digno de quien vive y le basta.

Vicente Gallego "Los ojos del extraño"

jueves, 2 de julio de 2015

"Acuérdate del hombre que suspira..." (José Angel Valente)

En el centro de la ciudad o del mundo,
en su jadeante corazón,
en sus plazas
en las brillantes avenidas
de Nueva York o de París,
pulidos escuadrones
se suceden, discuten, empapelan
el destino del mundo.

También hablan de mí;
en ruso o en inglés
hablan de mí,
de mi miseria o de la guerra, dicen
que no quiero morir.

Yo muerdo una manzana,
escupo, estoy tranquilo,
allí me representan,
saben que no quiero morir.

En las asambleas, en los
congresos,
en las reuniones periódicas,
en la primavera o el otoño
los oradores se levantan.
No son hombres,
son los representantes
de América, el Polo Norte o la ciudad de Saint-Louis.

En las plazas,
en el centro de la ciudad o del mundo,
sobre su fragante corazón fatigado,
el reino de la voz que no descansa:
los que hablan en representación
de la tierra,
de la cultura occidental,
del Pacto Atlántico,
de los que tienen un solo ojo
o de los que tienen tres.

Allí y aquí me representan.
Todos me representan.
Soy feliz.
Muerdo mi breve fruto
o mi importante vida; ya no sé.
Estoy tranquilo.
Sueño.
Hay que salvar al hombre.

Me parcelan. Dividen mis derechos
y los defienden por igual.
Ellos, los poderosos
o los santos
o los profesores
o los arzobispos
o los políticos,
los que suelen hablar
en representación de todo el mundo
o quién sabe de quién.
En representación de mí,
Que tengo hambre o como
o lloro (¿en representación de quién?),
de mí tan singular, tan oscuro y diario
que me toco, río o muero a la vez
y en representación de mí mismo solamente
amo la vida así.

A modo de esperanza (1953-1954)