jueves, 26 de noviembre de 2015

Vestigio (Antonio Cabrera)

                                                         "pues dejas de ser luz
                                                          para llamarte tiempo”
                                                                                                  F.B.

                                                                  A Francisco Brines
Una luz enredada entre objetos y libros
–una luz que es la huella que ha dejado la luz–
ahora me descubre la presencia del tiempo,
su transcurso y su instante.
                                                         A mi lado, el vestigio
de la mañana ida; delante de mis ojos,
la fórmula presente de lo que ya se fue.
Hay en todo un destello, una pátina apenas;
es un barniz remoto: está diciendo algo
que ya no puede oírse.
                                                       Los muebles se resignan
(saben obedecer a lo sutil
como asienten al tacto)
                                                      y despliegan su astucia,
y bendicen la atmósfera y el orden
que así se perfeccionan.
                                                     Yo estoy formando parte
de este cuadro secreto, de estas puras pavesas,
de esta mañana ida y demorada y frágil.
Mi presencia interroga pero se hunde en el tiempo,
la arena que lo es todo y no puede escuchar.

 "Con el aire" (2004)

jueves, 19 de noviembre de 2015

Morada de la luz (Antonio Colinas)

El hosco cielo va rodando arriba
y amenaza sobre los montes negros.

Al fin será esta casa mi morada
y hasta lo que es más duro en ella (ese muro
de piedra, tan rotundo),
dormirá sosegado en mi pupila.
En esta casa el tiempo es la ternura
y siempre callo hasta que sea el silencio
lo que discurra dentro de mis venas.

En mi morada no hay días ni noches.
Mi morada es mi día y es mi noche.
Cada mínima estancia es azotea.
Floto en su soledad, bebo en su sombra;
si ascendiendo a los desvanes de la luz
desciendo hasta un saber que ya no sabe.
Esta casa, en quietud, está girando
-planetario de amor-
en torno del remanso de los cuerpos.

En ella voy, sin ir, a cada sitio
y a sus goces regreso sin marcharme.
Todo cuanto busqué, aquí lo encuentro.

Esta morada es mundo sin el mundo.
En ella suena música que arrastra hacia el sin fin,
marea en la que voy
y vengo (¡mas tan quieto!)
recibiendo respuestas sin palabras
a preguntas que no mueven mis labios.
Y siento que tú estás aquí, aunque no estés,
y que yo estoy en ti, aunque no estoy.
Centro donde te veo al fin ¡tan cierta!;
centro donde, no estando tú,
en plenitud estás para salvarme.

Al fin el corazón ya ha retornado
a escucharse a sí mismo.
Qué dulzura este ir cerrándose a todo
para poderse abrir y comprenderlo todo:
Nada hermosa que lleva acariciando
mi piel para acallarme,
para acallarme aún más, y serenarme.

Morada del amor con sus anillos
de silencio que silban, mas no ahogan,
porque la sangre de los nuestros ya
no está para dolernos
(la sangre de los nuestros ahora es sólo
la luz de cobre que está ardiendo lenta
en torno a la copa del ciprés).

¡Morada en la marea de la vida,
morada en la morada de la luz!

¨Desiertos de luz¨  (2008)

jueves, 12 de noviembre de 2015

Yo no sé lo que busco eternamente... (Rosalía de Castro)

Yo no sé lo que busco eternamente
en la tierra, en el aire y en el cielo;
yo no sé lo que busco; pero es algo
que perdí no sé cuando y que no encuentro,
aun cuando sueñe que invisible habita
en todo cuanto toco y cuanto veo.
Felicidad, no he de volver a hallarte
en la tierra, en el aire, ni en el cielo,
y aun cuando sé que existes
y no eres vano sueño!


En las orillas del Sar (1884)

jueves, 5 de noviembre de 2015

Visita por la tarde (Antonio Gamoneda)

Entré en la casa y me quité el abrigo
para que mis amigos no supieran
cuánto frío tenía, pero ellos
dijeron: "Ven, entra en la cocina".
Y la madre hizo fuego para mí.
No he podido tener nunca mi fiesta
en paz como aquel día:
el vino en la madera; la mirada
de los niños; las palabras;
el resplandor del fuego...
Cuando llegó la noche, la mujer
sacó las manos del agua
y separó los cabellos esparcidos
sobre el rostro cansado.
Y vi el rostro.
Rostro cansado: amor.
Y sonreía.

Blues castellano (1961-1966)