jueves, 31 de marzo de 2016

La llama (Antonio Colinas)

Hoy comienzo a escribir como quien llora.
No de rabia, o dolor, o pasión.
Comienzo a escribir como quien llora
de plenitud saciado,
como quien lleva un mar dentro del pecho,
como si el ojo contuviera toda
esa inmensa colmena que es el firmamento
en su breve pupila.
Me enciendo por pasadas plenitudes
y por estas presentes enmudezco.
Lloro por tener cerca una mujer,
por el agua de un monte
que suena entre cipreses en un lugar de Grecia;
lloro porque en los ojos de mi perro
hallo la humanidad, por la arrebatadora
música que quizá no merecemos,
por dormir tantas noches en sosiego profundo
bajo el icono y en su luz de oro,
y por la mansedumbre de la vela,
que sólo es eso, llama.
Comienzo a escribir y también la escritura
llora, porque respira y quema, porque pasa.
Qué gran gozo sentirme
yo mismo esa palabra que va ardiendo.
(Porque yo también ardo y también paso.)
Contemplo una llama muy quieta en la penumbra
de suaves jardines,
a la orilla de un mar calmo y antiguo,
y me voy encendiendo con la dicha
de saber que no existe otra verdad
que no sea esa llama, es decir,
la del amor que es don y que es condena.
Son llamas las palabras y son llamas los ojos,
que lloran sin llorar por el ser que yo fui
(aquel fuego cansado que temblaba
junto a otros jardines de otro mar)
y por el ser que ahora está mirando
fijamente una llama,
y que es, en soledad, la llama más gozosa.
Libro de la mansedumbre (1997)

jueves, 24 de marzo de 2016

Primavera en el aire (José Mateos)

Creías que la niebla y el mal tiempo
no acabarían nunca, que en tu casa
no volvería a entrar la primavera.
Y esta mañana, mira:
un año más florecen los cerezos;
álamos y castaños tiemblan ya de hojas verdes;
el aire huele a juventud y a huerta;
y el río, antes dormido bajo el hielo,
vuelve a correr al sol, más limpia el agua.

Sólo el brochazo de esas nubes negras
parcelando la sombra, monte arriba,
te advierte que esta pausa termina en otro invierno.
Y aunque el frío y el mal tú los conoces,
inocente y feliz como el jilguero
que ahora recita versos de amor a un Dios extraño,
-escúchalo- también bajo otras nubes,
tu pobre corazón canta por dentro.  


“Reunión” (2006)

jueves, 17 de marzo de 2016

Mientras escucho (Eloy Sánchez Rosillo)

Estaba aquí esperándome este día:
en ninguna otra parte, sino aquí.
Yo, sin saberlo, vine 
—no por azar—
y me encontré su luz distinta y nueva.
Lo que esa luz me dice, no lo digo,
no lo puedo decir, pues no he llegado
a entenderlo del todo todavía.
Es un agua esta voz,
como un olor del mundo, un tallo tierno.
No sé bien qué me dice.
Me callo.
Y sólo escucho.

"Antes del Nombre" (2013)

jueves, 10 de marzo de 2016

Naturaleza (Jaime Siles)

Y si, de pronto, tú, naturaleza,
entre pliegues de piedra me mirases
y no pudiera ser yo, sino tu música
en los mismos instantes que dura una verdad;
una verdad que pasa por un cuerpo
abriéndole a los ojos todas sus superficies
para dejar de ser lo sido cada día,
para dejar de ser una verdad,
qué transparencia en la quietud del fondo.

 "Música de agua" 1983

jueves, 3 de marzo de 2016

Exorcismo para ese día de difuntos (José Luis Parra)


Ámame ahora, en este mismo instante
de secreta aflicción; abate mi orgullosa
virilidad erguida y borra
con la salud de la pasión la anticipada
melancolía de ese otoño que abomino.

Ámame ahora, abrasa mis temores
alternando delicadeza y furia, y vayamos
luego al bar, al supermercado, maravilla del ojo,
deleite de elegir para la fiesta
de ser dos en la noche despoblada.

Ámame ahora y pídele a la vida,
mientras te quede fe suficiente para ello,
que cuando llegue el día de difuntos,
cuando la convivencia nos diseque
como el más refinado de los taxidermistas,

puedas poner tus pies sobre los míos
no como los clavos helados de una interminable,
atroz  crucifixión,
sino como las rosas ofrendadas
en memoria de la pasión ya muerta

y pueda redimirnos la ternura.


"Los dones suficientes" (2000)